El nombre de un grupo o compañía no debe cambiarse a la ligera, es decir; si no hay un buen motivo para hacerlo.
En el caso del Grupo Spala el motivo principal para acometer el cambio era claro: el nombre se asociaba con el antiguo concepto de negocio del grupo, que aunque de éxito, era menos sofisticado y con una imagen de marca más sencilla y menos elaborada.
Entre las propuestas ofrecidas al cliente, la vencedora fue Lima sorda, un nombre sonoro y pregnante (fácil de recordar) anclado a la tradición (es una expresión andaluza que se usa para denominar a la persona que come mucho) y que sigue la tendencia actual de usar expresiones conocidas por el gran público para llamar a los grupos hosteleros. En este caso con la ventaja de que tal expresión tiene sabor local, de nuestra tierra.
Buscábamos algo diferente a lo anterior, más fresco, y por ello nos decantamos por una tipografía atrevida y sofisticada a la vez para crear una marca que connotara tradición e innovación al mismo tiempo. Para ello usamos una fuente con cierto aspecto de estar escrita con tiza; elegante, muy moderna y dinámica, complementada con una tipografía de palo seco para equilibrar el conjunto. El contraste del nombre (expresión andaluza tradicional) con la letra tan actual, ya nos ofrece en bandeja los dos conceptos que barajamos : tradición+vanguardia. Para acentuar este contraste, sustituimos la cuchara del logo anterior (de dibujo más clásico) por un tenedor y un cuchillo que salen de la propia letra, potenciando ese efecto vanguardista que nos interesa sin olvidar que hablamos del buen comer, el de la gastronomía de siempre.